martes, 26 de marzo de 2013

Cucarachas


Caño

A dos metros de la puerta de la casa había una coladera tapada por tres varillas de metal. En tiempos de calor apestaba varios metros a la redonda. Un cono obstruía el camino de las ratas, pero siempre dejaba espacio para las cucarachas. A veces recordábamos taparlo con una cubeta o un galón de cloro, otras no, y las cucarachas nos encontraban al salir al baño.

Baño

Tenía dieciséis años. Debieron ser las 8:30 am cuando desperté. El tendido de la sala estaba vacío. Entré al baño y en la taza había un líquido blanco desvaneciéndose en el agua como se ven las nebulosas del espacio.

Espacio

La casa tenía solo dos habitaciones, un comedor y la cocina. Afuera estaba el baño y el patio que era más del doble de la casa. Cuando hacía calor y no podían dormir, mis papás y mi hermano salían a dormir afuera. Yo nunca lo hice. Imaginaba que les pasarían encima las cucarachas.

Cucarachas

Las más asquerosas venían del drenaje. Eran grandes y gordas, apestosas. Siempre que me cruzaba con una la aplastaba de inmediato. Nunca les temí. Había ocasiones en que nadie las limpiaba y el patio junto con el baño, se volvía un gran cementerio. Siempre nos regañaba mamá.

Mamá

Me daba pena sobre todo con ella. Papá iba al trabajo y yo a la escuela. Ella tenía que quedarse todo el día con mi hermano bajo llave. Nos daba miedo que si estaba afuera se le ocurriera caminar sin rumbo por la ciudad. Que se perdiera. Que se matara. Por eso escondimos los cuchillos y tomaba cinco pastillas. Los medicamentos no funcionaban, él seguía sin dormir.

Dormir

Había noches que cerraba mi puerta con seguro, y dejaba a mis papás solos con mi hermano. A veces él intentaba abrir mi puerta y yo no le contestaba. Decía que quería enseñarme algo, que ya sabía que la tv lo observaba pero Dios lo había elegido a él. Desde que enfermó, habían pasado cuatro meses.

Meses

Pensé sobre todo en ese tiempo qué sería de él si jamás recuperaba su salud. Por más que lo cuidáramos a veces no lográbamos ni que comiera. Nunca había visto en mi hermano esos ojos, como si atravesara las cosas, como si estuviera muerto y su muerte comenzara por sus pupilas dilatadas. Poco a poco se sumía en la distancia.

Distancia

De la casa a la oficina me tomaba veinte minutos llegar. Me quedé dormida y debieron ser las 8:30 am cuando me desperté. Entré rápido al baño. No había nadie en la casa. Mi mamá y mi hermano debían estar si no acostados, al menos en la casa. Había un líquido blanco flotando en la taza. Intenté evitar imaginar qué habría pasado. Todo parecía indicar que se trataba de algo muy malo.

Malo

Mi papá decidió dejar de comprar venenos en aerosol. Alguien le ofreció un veneno no tóxico para las cucarachas. Era un atomizador largo con líquido blanco y mal oliente. Algunas veces rocié el líquido directo sobre las cucarachas, pero nunca vi morir a ninguna. A mí no me molestaban tanto, a excepción de encontrarlas en mi cuarto.

Cuarto

Al cuarto para las 9 sonó mi celular. Era mamá. Estoy en el hospital con tu hermano. Tomó veneno. Está bien, no alcanzó a tragarlo. Le están lavando el estómago, aquí vamos a estar un rato más. Vete a la escuela, no, no necesito nada, tú ve a la escuela, más tarde lo ves en la casa.

Casa

Teníamos cinco y seis años cuando llegamos ahí. Dormíamos en el mismo cuarto porque sólo había dos. Después arreglaron todo y el patio se volvió cochera, sala, comedor, una habitación más. La primera vez que fui a la casa cuando niña seguían construyéndola, y había un bulto grande de tierra. Mi hermano y yo nos metíamos hasta los codos en ella. No pude evitar notar que justo en ese lugar donde debió estar la tierra, mi hermano cerca de las 8:00 am engulló veneno para dormir él también.





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