Caño
A dos
metros de la puerta de la casa había una coladera tapada por tres varillas de
metal. En tiempos de calor apestaba varios metros a la redonda. Un cono
obstruía el camino de las ratas, pero siempre dejaba espacio para las
cucarachas. A veces recordábamos taparlo con una cubeta o un galón de cloro,
otras no, y las cucarachas nos encontraban al salir al baño.
Baño
Tenía dieciséis
años. Debieron ser las 8:30 am cuando desperté. El tendido de la sala estaba
vacío. Entré al baño y en la taza había un líquido blanco desvaneciéndose en el
agua como se ven las nebulosas del espacio.
Espacio
La casa
tenía solo dos habitaciones, un comedor y la cocina. Afuera estaba el baño y el
patio que era más del doble de la casa. Cuando hacía calor y no podían dormir,
mis papás y mi hermano salían a dormir afuera. Yo nunca lo hice. Imaginaba que
les pasarían encima las cucarachas.
Cucarachas
Las más
asquerosas venían del drenaje. Eran grandes y gordas, apestosas. Siempre que me
cruzaba con una la aplastaba de inmediato. Nunca les temí. Había ocasiones en
que nadie las limpiaba y el patio junto con el baño, se volvía un gran
cementerio. Siempre nos regañaba mamá.
Mamá
Me daba
pena sobre todo con ella. Papá iba al trabajo y yo a la escuela. Ella tenía que
quedarse todo el día con mi hermano bajo llave. Nos daba miedo que si estaba
afuera se le ocurriera caminar sin rumbo por la ciudad. Que se perdiera. Que se
matara. Por eso escondimos los cuchillos y tomaba cinco pastillas. Los medicamentos
no funcionaban, él seguía sin dormir.
Dormir
Había noches
que cerraba mi puerta con seguro, y dejaba a mis papás solos con mi hermano. A veces
él intentaba abrir mi puerta y yo no le contestaba. Decía que quería enseñarme
algo, que ya sabía que la tv lo observaba pero Dios lo había elegido a él. Desde
que enfermó, habían pasado cuatro meses.
Meses
Pensé sobre
todo en ese tiempo qué sería de él si jamás recuperaba su salud. Por más que lo
cuidáramos a veces no lográbamos ni que comiera. Nunca había visto en mi
hermano esos ojos, como si atravesara las cosas, como si estuviera muerto y su
muerte comenzara por sus pupilas dilatadas. Poco a poco se sumía en la
distancia.
Distancia
De la
casa a la oficina me tomaba veinte minutos llegar. Me quedé dormida y debieron
ser las 8:30 am cuando me desperté. Entré rápido al baño. No había nadie en la
casa. Mi mamá y mi hermano debían estar si no acostados, al menos en la casa. Había
un líquido blanco flotando en la taza. Intenté evitar imaginar qué habría
pasado. Todo parecía indicar que se trataba de algo muy malo.
Malo
Mi papá
decidió dejar de comprar venenos en aerosol. Alguien le ofreció un veneno no
tóxico para las cucarachas. Era un atomizador largo con líquido blanco y mal
oliente. Algunas veces rocié el líquido directo sobre las cucarachas, pero nunca
vi morir a ninguna. A mí no me molestaban tanto, a excepción de encontrarlas en
mi cuarto.
Cuarto
Al cuarto
para las 9 sonó mi celular. Era mamá. Estoy en el hospital con tu hermano. Tomó
veneno. Está bien, no alcanzó a tragarlo. Le están lavando el estómago, aquí
vamos a estar un rato más. Vete a la escuela, no, no necesito nada, tú ve a la
escuela, más tarde lo ves en la casa.
Casa
Teníamos
cinco y seis años cuando llegamos ahí. Dormíamos en el mismo cuarto porque sólo
había dos. Después arreglaron todo y el patio se volvió cochera, sala, comedor,
una habitación más. La primera vez que fui a la casa cuando niña seguían
construyéndola, y había un bulto grande de tierra. Mi hermano y yo nos metíamos
hasta los codos en ella. No pude evitar notar que justo en ese lugar donde
debió estar la tierra, mi hermano cerca de las 8:00 am engulló veneno para
dormir él también.
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