miércoles, 15 de mayo de 2013

Vendaval



1. En los labios llevamos una cámara fotográfica. La primera imagen es un túnel de agua donde la voz escapa. La última imagen es un túnel de luz donde la voz se interna.

2. Múltiples teorías hablan de una cámara en los ojos, esto es parcialmente cierto, si prescindimos de la vista y de los caminos que se bifurcan en ella y ni siquiera vislumbramos. Para los labios no hay más que realidades a las que llegamos infinitamente.

3. Un par de labios que se exploran hacen delgados cortes en las imágenes, entonces se vuelven porosas y pueden transmitirse completas o en elementos entre los involucrados. La imagen se democratiza, da de sí y recibe de otro en la misma medida.

4. No existen labios descompuestos. Existen padecimientos que opacan sus capacidades sensoriales, su innato funcionamiento de captarlo todo. Esto podría ejemplificarse como una malla para evitar deslaves al pie de la carretera: algunos pequeños elementos logran atravesarla, a veces imperceptibles en comparación de todo lo que está del otro lado.

5. Cada imagen es única e irrepetible. Sus transformaciones generalmente son inevitables.

6. Los bilés actúan como filtros, jamás como barreras. Un filtro rojo hace más propensos  a los labios a buscar otros labios, y así acrecentar intercambios y nuevas reconstrucciones de las imágenes. Este fenómeno ha dado lugar a múltiples estudios antropológicos acerca del color rojo como elemento sagrado en muchas culturas y su posible propiedad de uso como vehículo entre entes.

7. A pesar de ser un tema cada vez más recurrido en la investigación científica, sigue siendo un tabú en culturas populares la profundización y adentramiento en la experiencia de los propios labios. Se sospecha que las causas pueden ser atribuidas casi universalmente a sus cualidades eróticas y la relación que mantienen tan cercana con la vulva en múltiples aspectos.

8. Se dice que siete segundos después de morir los labios continúan capturando imágenes. Se dice.


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