Mi tía abuela Li llegó junto con su hermano, mi abuelo Jie en
los años treinta desde China a tierras de Mexicali para no volver a hablar
jamás. Durante la embarcación murió de disentería la madre de ambos, mi
bisabuela Lin viuda de Chen Quang. Los huérfanos inmigrantes llegaron como dos costales de
huesos sin poder suspender el viaje, y apenas socorridos por otra familia china
que a los pocos meses les dio la espalda en un país que era más bien otro planeta
para ellos. Li Quang tenía apenas 10 años al llegar a México y Jie Quang 16
años.
Jie trabajó en todo lo que pudo e intentó ayudar a su
hermana a recuperar la voz. Visitaron desde logopedas hasta chamanes en Sonora,
pero Li no volvió a pronunciar una sílaba. Sin embargo, pese a no hablar en
español, entendía perfectamente el idioma, incluso mejor que el abuelo Jie, lo
cual los orilló a andar juntos para todos lados donde Li era la procesadora del
habla y Jie el ejecutante de la palabra. Al principio Li traducía lo escuchado
escribiendo en mandarín para Jie, pero
con el tiempo y quién sabe qué naturaleza y plano de lenguaje, los mensajes
escritos fueron desapareciendo poco a poco hasta sólo entenderse con las
miradas. Esto multiplicó el morbo de la gente que comenzó a llamarlos Los chinos mochos, Los siameses telepatíos, Chinos
de satántehabla, y Los chinos
endiablados soplados del gaznate, imagino que no hará falta profundizar en
los por qués.
A pesar de todo este misticismo y mala fama atribuida a este
par de hermanos, eso no impidió que Jie se casara con mi abuela Romina Santiago
en Valle de Guadalupe a principios de los años cuarenta. Romina y Jie tuvieron
6 hijos, 4 hombres y 2 mujeres, cuya nana fue siempre la tía Li ó Titalí, como le llamaron siempre mis
tíos y mi madre. La tía Li nunca se casó, aunque hubo algunos interesados ella
nunca aceptó, y jamás necesito las palabras de mi abuelo para rechazarlos, tan
sólo su mirada bastaba para desvanecer cualquier intento de matrimonio o
aventura.
Tía Li sobrevivió a su hermano, cuñada y 2 sobrinos, hasta que en 1992 murió en Mexicali a causa de un infarto. Nadie que viviera pudo escuchar de ella una palabra, por ello no sorprendió a la familia que la encontraran con los ojos abiertos como hablando de algo que no habían escuchado jamás.
Tía Li sobrevivió a su hermano, cuñada y 2 sobrinos, hasta que en 1992 murió en Mexicali a causa de un infarto. Nadie que viviera pudo escuchar de ella una palabra, por ello no sorprendió a la familia que la encontraran con los ojos abiertos como hablando de algo que no habían escuchado jamás.
Pffffffffff ................
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